miércoles, 14 de mayo de 2014

Espejo Opaco



Corriendo tras él mismo, viendo pasar las casas a gran velocidad una tras otra en el vacío pueblo, con el único sonido de su aliento y sus pisadas sobre la nieve, sonidos insonoros, llegó hasta el extremo más apartado de éste, encontrando así, el principio del límite. Un espejo, un espejo que reflejaba la nada: nubes grises, casas vacías, árboles incoloros... El audible murmullo del silencio fue quebrantado por sus pensamientos: “¿Estoy solo?” “¿Qué es este espejo?” y tan exasperante fue la soledad sentida, que gritó tan fuerte cuan su ser le permitió para poder sentirse a sí mismo nuevamente y no verse atrapado en las garras de la locura, lo que surgió de su mente: “¿¡Dónde estás!?”, “ ¡Te pienso encontrar!”. Puede que sólo fuese su propia imaginación, puede que sólo fuese un efecto de sombra y luz, él espera que no sea ninguna de las dos cosas, no quiere creer que realmente está solo. En el espejo vio, o eso cree… un velo negro esconderse tras los árboles, corrió hacia él tan rápido como pudo, pero lo único que encontró fue un duro golpe contra el espejo, silencioso, inmóvil, impecable, aparentemente inquebrantable, tan alto como llega la vista, fue entonces cuando recordó… Volvió tras sus pasos hasta donde se encontraba su martillo y junto con él la estaca de metal que pondría fin a la locura, a la soledad. Frente al espejo levantó la estaca i la puso de forma horizontal, a la altura de su pecho, ansioso por que se acabe la pesadilla, levantó su martillo y con todas sus fuerzas, asestó el golpe de gracia. En el último momento, antes de que el martillo, ya imparable, hiciese contacto con la estaca, y el espejo aparentemente inquebrantable, se hiciese añicos, pudo ver, como si de un intermitente se tratara, aparecer por una milésima de segundo su reflejo, para luego, desaparecer hasta el fin de la eternidad.

Por Brián Piancino Vazquez

Imagen extraída de: http://mcelianaranjo.blogspot.com.es/2010/12/reflejos-en-invierno.html

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